La agitación hispana

Un ensayo de Manuel Lucena Giraldo que reflexiona sobre la memoria histórica, la herencia cultural y los desafíos contemporáneos del mundo hispánico. Desde el esplendor de la monarquía global española hasta la fragmentación de sus élites, el autor analiza las raíces comunes y las tensiones actuales de la comunidad hispana.
destacada agitación hispana post0004

Dicen los que saben de conmemoraciones y celebraciones que, si una sociedad es ignorante respecto a su pasado, sustituye la historia, que sirve para restaurar la complejidad y alumbrar opciones de libertad, presentes y futuras, por una memoria mítica. Es decir, un relato ficcional que responde a intereses particulares, partitocráticos, demagógicos y populistas. La economía moral de este razonamiento no disimula la virtud momentánea que puede poseer la ficción: textual, en imágenes, en 3D, o producida por inteligencia artificial.

En efecto, las virtudes del consumo cultural de este placebo son indiscutibles. El hecho de mirar para otro lado puede, hasta debe, resultar muy reconfortante. Sin embargo, tanto el efecto de purga que posee –la imaginación no resuelve los problemas, pero, mientras, nos tiene entretenidos–, como el relegamiento moral que implica, –pues la ficcionalización desarma vidas y haciendas, además de descomponer la meritocracia–, aumentan la zozobra.

Ésta no desaparece nunca. «Lo que ocurre con nosotros (los hispanos) es que no sabemos lo que nos pasa», podríamos señalar, al tiempo que intentamos entender, es decir, ensayar, al modo de Montaigne y Ortega, algún punto de vista que alumbre algo distinto. Como se puede observar en los escritos que siguen, hay ciertos consensos entre los autores que llaman la atención. El primero tiene que ver con la evidencia de que en el pasado hubo algo que se hizo bien, que hicimos bien, a nivel global. La monarquía hispana de la primera globalización tuvo su dosis de milagro. En términos políticos y culturales funcionó. Por más que los mantras decimonónicos se empeñaran en acusarla de toda clase de desatinos, el destilado barroco en el que se concretó logró una cuadratura del círculo virtuosa y flexible. Lo suficiente para ir asimilando desde el siglo ilustrado componentes de jerarquía y orden no irreversibles, en el sentido de no ser constitucionalmente contradictorios. O si se quiere, con suficiente capacidad de autocorrección y reconversión. Esa modernidad, para entendernos, tan napolitana e iluminista, representó un proyecto imperial e ilustrado posible, convincente y operativo, dentro de lo real y no sólo de lo imaginado. Sus élites de etnicidades diversas contaron con un arsenal de ideas capaz de disimular las rigideces, de asimilar que expresaban una voluntad divina y hasta de definir una forma de ser nación española europea y americana anterior a la que dictaron los nacionalismos etnicistas del siglo XIX.

Duró hasta que llegó Napoleón y sus soldados mercenarios franceses, que liquidaron mediante una invasión destructiva la fábrica de la España imperial europea. Luego, la obligada y tortuosa independencia disgregadora en dos fases, de la América continental hasta 1825, de las provincias ultramarinas insulares en 1898, se verificó en un contexto guerracivilista inducido que expresó no el fracaso, sino la fragmentación previa de las élites imperiales españolas, irresponsables y cortoplacistas. Resulta fascinante, éste es otro argumento crucial que se evidencia en las líneas que siguen, que los nacionalismos fundacionales hispanos fueran tan convergentes. Tanto quienes diseñaron la España del siglo XIX, como los que fabricaron «del aire» las repúblicas de Chile o Venezuela, o el Imperio de México, partieron de materiales similares. Empeñados en parecer diferentes, en el atroz mundo competitivo de los imperialismos británico, francés, belga, estadounidense o alemán, optaron por la mímesis, la carrera supuestamente virtuosa para parecerse en algo automutilándose a modelos invencibles de capitalismo global competitivo. Estos han acabado por durar menos que el propio Imperio español. Al menos en su capacidad de representar una globalización ecuménica y no –tan– incendiaria.

Al fin, debemos preguntarnos por los desarrollos recientes de tanta agitación hispana. El gran contraste entre la densidad y fortaleza de los vínculos históricos y culturales y la debilidad de las relaciones políticas, económicas y hasta simbólicas, apunta, sin novela que lo remedie, a un problema, que somos nosotros. A los términos de nuestra conversación y presencia globales. Somos comunidad, pero no sabemos cómo.


Manuel Lucena Giraldo


Director de la Cátedra del Español y la Hispanidad de las universidades de la Comunidad de Madrid
Artículo publicado originalmente en Revista de Occidente, ISSN 0034-8635, Nº 509, 2023, pp. 5-7.

Comparte esta publicación:

Otras publicaciones

destacada eco de salamancaa post0009

Eco de Salamanca

Del 12 al 15 de octubre participé en el coloquio «Eco de Salamanca» (La Antigua, Guatemala). Comparto tres claves: la

destacada defensa hispanidad post0008

En defensa de Hispanoamérica

América Hispánica frente a América Latina: una revisión histórica y cultural del término revela cómo España y Portugal forjaron la

destacada crecer con vargas llosa post0006

Crecer con Vargas Llosa

Un homenaje al legado literario, intelectual y político de Mario Vargas Llosa, cuya obra transformó la mirada sobre el Perú

Suscríbete a nuestra Newsletter

Escuela Hispánica es un espacio dedicado a la investigación, la cultura y la difusión del mundo hispánico, promoviendo el conocimiento y la colaboración internacional.

Multimedia
Contacto

© 2025 Escuela Hispánica

Scroll al inicio